En la cordillera donde nacen las fuentes de agua que surten a Cali, la tercera ciudad de Colombia, la minería ilegal devastó hectáreas de selva y contaminó el suelo con mercurio para extraer oro. Ahora las autoridades intentan restablecer el equilibrio en la naturaleza.
Por eso, cuando los guardabosques dicen que la minería ilegal es “el cáncer de la montaña” no mienten. En el Parque Nacional Natural Los Farallones, el rastro de la fiebre del oro deja heridas difíciles de borrar.
No es fácil llegar a las minas situadas en lo más escarpado de la montaña. Para acceder a los primeros socavones, a más de 3.000 metros de altura, hay que caminar más de nueve horas entre la espesa vegetación desde el sector de Peñas Blancas, atravesar dos cañadas y subir pendientes llenas de barro que dejan sin aliento a cualquiera.